viernes, 3 de febrero de 2012
SER PAYASO.-
Ser payaso no es disfrazarse para hacerse el gracioso. El payaso no está en la nariz, ni en los zapatotes; ser payaso está en el corazón. La nariz roja no es más que un trocito de corazón caluroso y palpitante en la cara. El payaso es un estado del alma, por lo cual, mediante el vestuario no se disfraza; sino mas bien que se libera. La palabra disfraz, obedece a la noción de mentira, pero la palabra liberación obedece a la verdad. Uno no se disfraza de payaso; uno festeja con su ser más puro, y se viste para la ocasión.
Ser payaso implica tener una misión en la vida: ser el más tonto entre los tontos; la más indefensa de las criaturas. Rebajarse a un nivel más bajo que el del más pobre y más desdichado, para hacerle sentir señor, y afortunado. Ser payaso es tener alegría para dar a manos llenas.
Ser payaso es exponer el alma al viento frío. Es desnudarse de manera total ante el otro para que vea todas las debilidades que tenemos dentro; es poder disfrutar del fracaso, de la tristeza, e incluso de la muerte. Es poderse reír de la propia desgracia, porque hasta la pena más honda y gris, con un poco de risa se hace más llevadera.
Ser payaso es amar al Hombre y entregarle todo de uno. Ser payaso es ser mensajero de esperanza y alegría. Es ser emisario del país de los sueños, en el cual cualquier cosa puede ser.
Por eso, acepto mi misión con alegría. Porque no hay orgullo más bello que el que ofrece la sonrisa de la gente: ¡YO SOY PAYASO!
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